¿Dónde está el secreto del éxito de un caramelo que estalla a la boca? En parte es por su sabor, pero sobre todo se debe de a la capacidad del propio caramelo popping candy para crear una experiencia que los niños quieren compartir.
El Peta Zetas® es un producto pensado para consumir en grupo y reír cuando el caramelo empieza a estallar sobre la lengua del compañero de clase. Una pirotecnia gustativa que hace más de 30 años que se experimenta en los cinco continentes, y que ha dado como resultado el reconocimiento a su fabricante, Zeta Espacial S.A., con premios de renombre como el Best of Atlanta Award (2012), el premio Internacionalización de la Cámara de Terrassa 2012, el premio Aster 2013 a la Trayectoria Empresarial Pyme o el premio “Pyme” a la Internacionalización (2014). Ramón Escolà es el fundador de Zeta Espacial, la empresa que creó para “buscar una alternativa al trabajo familiar de recolección de la fruta en Lérida”, recuerda.
Entre el mundo agrario y las golosinas hay un salto importante, pero nada que no puedan salvar los condicionantes familiares. Ramón Escolà explica que desarrolló los Peta Zetas® porque “mi socio Antonio Asensio y yo teníamos dos hijas y queríamos crear un producto para ellas”. El proceso se alargó durante un año y medio, en el que dieron a probar el caramelo a los compañeros de clase de sus hijas. “¡Los pequeños nunca mienten!”, destacaba Escolà. Ésta fue la primera experiencia compartida con unos Peta Zetas®, lo que ha conseguido diferenciar el producto de los otros del sector. “Vendemos un producto, pero también diversión, y esto es lo que hace que, todavía hoy, un niño se plantee comprarse nuestro caramelo antes que bajarse la última aplicación móvil”, argumentan desde la empresa.
Experiencia internacional
El éxito de Peta Zetas® tampoco se entendería sin su trayectoria internacional. En Estados Unidos, Pop Rocks® (nombre internacional de los Peta Zetas®) es una marca líder y reconocida por jóvenes y adultos. La empresa ya nació con ánimo exportador, y tantos años en el exterior han dado para muchas situaciones curiosas, como la entrevista en que Bill Clinton confesaba su adicción a estos caramelos explosivos durante su etapa adolescente. Pero la anécdota que más recuerda Escolà rehuye de este glamour: “Recuerdo unos clientes de Mongolia que nos hicieron un pedido muy grande ¡con los contenedores incluidos! Más tarde supimos que los reutilizaban para hacer casas”.
Desde la empresa valoran como imprescindible el hecho de haber empezado el trabajo internacional desde sus inicios en los años 80 para poder sortear mejor los momentos de crisis como el actual. “Competimos con grandes multinacionales y no lo podríamos hacer sin exigencia, liderazgo y mucha presencia exterior”.
El mal del empresario
Con más de 70 años, Escolà sigue visitando cada día la empresa, ya en manos de la segunda generación. “Es una persona exigente, pero muy humana, con una fórmula de liderazgo muy cercano y que implica a todo el equipo en el proyecto”, detallan desde Zeta Espacial. De hecho, el propio Escolà reconocía sufrir el “mal de la empresa”, que es estar siempre pensando en el negocio. Desde hace unos años, intenta distraer la mente con diversos hobbies pero se está de continuar en el día a día de la empresa. La diferencia es que ahora lo hace como una ilusión, no como una obligación.