Vamos a buscar datos; según un estudio de Havas Media Group, en Europa el 92% de las marcas podrían desaparecer y a la mayoría de la gente no les importaría.
En nuestro país tan sólo se echaría de menos un 11% de las marcas. Qué confianza que tenemos en nuestras empresas! Y es que esto pasa por qué las personas quieren autenticidad en los mensajes que les llegan, y que estos sean sinceros y transparentes. Necesitan percibir que las marcas son honestas y que mejoran el bienestar de los ciudadanos.

El cultural branding persigue crear mitos alrededor de una marca, mitos vinculados a la cultura actual de la sociedad y que tendrían que facilitar que el cliente compre el producto o servicio para experimentar las historias asociadas al que la marca explica. El producto no es más que un medio para experimentar vivencias, sensaciones y emociones. Una buena estrategia de branding cultural creará una historia que hará que el cliente lo experimente con identidad, y se vea reflejado.

En el fondo, el que se persigue es conectar la marca con las emociones de sus clientes: “humanizar la marca”. De aquí deducimos el papel importante que tienen las personas que forman parte de las organizaciones, y en especial las que tienen relación con clientes y proveedores, y también los gerentes, que como marca personal de sus empresas tendrán que saber usar y conectar estas emociones y vivencias con sus clientes.

Pero esta manera de hacer representa un proceso de cambio que muchas organizaciones y empresas están logrando, con un proceso de cultural change: identificando procesos que se tienen que cambiar/modificar, definiendo nuevos mensajes y grados de compromiso, y afrontando la resistencia al cambio con garantías.

Viendo estas nuevas tendencias, da la sensación que las empresas quieren dejar de ser emprendidas, tal como las hemos conocido hasta ahora, para pasar a ser organizaciones formadas por comunidades de personas tanto internas como externas a la organización (antes me decían clientes), que aspiran a vivir y experimentar nuevas emociones (el que antes decían productos), con experiencias honestas y que además mejorarán su bienestar y calidad de vida, tanto en el ámbito personal como comunitario. Todo ello parece más propio del siglo XXI!